San Pablo desde el arribo al aeropuerto de Guarulhos, produce un impacto similar a un “cambio de dimensión” para un montevideano corriente sin mucha experiencia en visitar ese tipo de mega- ciudades.
Todo resulta enorme, multitudinario e impersonal, pero a la vez ordenado.
Para ir del aeropuerto al hotel subimos a un ómnibus que nos llevó hasta una terminal de subte, bajamos y subimos escaleras mecánicas, atravesamos por molinetes, cambiamos de línea, pasamos por varias estaciones y anduvimos subterráneos de última generación. Cargando valijas, mochilas, mates, termos y espadas, nos cruzamos con masas de gente que circulaban sin mostrarse nerviosos, llenando los largos corredores y túneles. Un error en la dirección a tomar o en la interpretación de la multitud de carteles y señales que intentan poner orden en ese laberinto, podía llevarnos a quién sabe dónde; por lo que no hubo oportunidad de “pararse a mirar”. Salidos por la boca de la estación Faría Lima, caminamos unas cuadras hacia el hotel por una calle llena de tiendas y comercios de artículos baratos por la que la gente se movía apretada.
La gente parece programada para seguir rutinas prefijadas que se cumplen, algo que sorprende y resulta poco explicable para alguien acostumbrado a lo imprevisible y algo caótico de los ritmos de nuestra ciudad. Se reitera la sensación de un orden invisible que hace que esa enormidad se muestre como una sociedad en movimiento.
Entender el portugués que hablan los paulistas: empleados de hotel, vendedores, “motoristas” y la gran mayoría de la gente,
no es para cualquiera; pero todos ponen una gran buena voluntad y tratan de ayudar y hacerse entender, y así, todo se vuelve posible.
San Pablo es una ciudad inabarcable, casi infinita y variada; cruzada por grandes avenidas que unen las múltiples localidades por las que se extiende. En ellas se asientan parques, zonas residenciales, centros comerciales, barrios, etc. El centro de la ciudad, o cada uno de ellos, sorprende por sus enormes edificios de arquitectura ostentosa, coronados con frecuencia por pistas para helicópteros. En pocas cuadras, o decenas de metros, el panorama puede cambiar en forma sorprendente. De una calle llena de gente, ómnibus y comercios, se camina de pronto por cuadras tranquilas de casas bajas. En media hora de bus uno puede recorrer escenarios completamente distintos, o en el medio de una cuadra de barrio se puede alzar un moderno edificio de apartamentos de casi 30 pisos.
El martes conocimos la sede Sao Paulo de la Sociedade Brasileira de Tai Chi Chuan ,un lugar sencillo pero amplio, que ocupa un piso ubicado en un barrio muy bonito llamado Jardim Paulista. Las paredes están llenas de fotos, recortes de diario e imágenes que muestran a los maestros, dan cuenta de la trayectoria impresionante de los directores del Yang Cheng Fu Tai Chi Chuan Center de Sao Paulo, Angela Soci y Roque Severino; o destacan a los premiados integrantes del equipo brasileño en las competencia de Shangxi de éste año.
Todos nos reciben con gran amabilidad y cariño, lo que hace que los nuevos nos sintamos rápidamente como en casa. Paula y Vania, dos practicantes de alto nivel del centro, que se multiplicaban en cubrir todos los aspectos organizativos del seminario, nos ayudaron y acompañaron en forma permanente a pesar de sus ocupaciones.
Tuvimos la oportunidad de participar de dos de las clases que se imparten en forma corriente en el centro. Los grupos reúnen a personas de edades y características bien variadas, y se destaca el compromiso con la práctica y el conocimiento de los movimientos. En una de esas clases Angela mostró en 15 minutos un par de ejercicios que nos hicieron avizorar alguno de los aspectos más profundos del Tai Chi. Fue algo como una especie de vistazo hacia la dirección a la que apunta el camino de la práctica. Un adelanto de las experiencias y aprendizajes que iríamos recogiendo en los próximos días.
El jueves 15 asistimos al seminario de sable brindado por el Maestro Yang Jun. El lugar, un también enorme y moderno centro deportivo y social de 7 pisos, con numerosos ascensores y pleno de actividades. Eramos alrededor de 80 practicantes reunidos en una cancha de básquetbol amplia e iluminada por luz natural. El maestro, subido en una plataforma, explicó en su inglés básico, pero preciso, cada uno de los movimientos en detalle, sus aplicaciones y advertía una y otra vez sobre los defectos más comunes. Comenzó y se detuvo en varias oportunidades para realizar consideraciones de tipo general sobre los fundamentos del Tai Chi, del arte del sable, su historia y características.
La forma de sable es corta y genera mucha energía. A pesar de que cada movimiento se ensayaba por separado, era fácil percibir esa carga y despliegue de enorme potencial energético que envuelve al practicante aun sin experiencia. Razón por la cual para conservar el equilibrio, ésta forma se debe considerar y ejercitar como parte de las diferentes prácticas del estilo: forma de mano vacía, tui shou, forma de espada, etc.
Los profesores Roque Severino y Sergio Arione (a cargo de los centros de Montreal en Canadá y de Mendoza) se ubicaron estratégicamente en los extremos del gimnasio, siguiendo la clase como cualquier otro alumno, al tiempo que apoyaban a los participantes con menos experiencia.
Esa actitud de humildad constituye una característica general del estilo que practicamos, del que es ejemplo el propio Yang Jun. Comportamientos, gestos, palabras y actitudes que evitan la ostentación de conocimientos o el despliegue escénico de una personalidad. El saber aparece como algo natural que va fluyendo a medida que es necesario, que se transmite en base a conceptos y ejemplos que aparentan ser sencillos y que el participante parece ir descubriendo por sí mismo. Hasta que en un momento, uno comienza a intuir la enormidad de la sabiduría que posee esa persona que se nos presenta sencillamente, en camiseta, jogging y championes.
Para el seminario de tres días sobre la forma de 103 movimientos, se reunió el equipo completo de la Celeste, llegaron Jaqueline y Mónica, apareció la bandera y circularon los mates por aquí y por allá convidando a los colegas de los países participantes, en un ambiente de gran confraternidad. Porque se trató de un seminario efectivamente internacional, al que asistieron practicantes de Argentina, Chile, Venezuela y Bolivia, además de brasileños de distintos estados.
La maestra Fang Hong, al igual que su esposo Yang Jun, mostró que cada seminario es objeto de una cuidadosa preparación, así como un manejo riguroso de los ritmos y los tiempos. Abrió constantemente espacios para preguntas, recorrió las filas en que nos ubicamos los cerca de cien participantes, en varias oportunidades, realizando correcciones y sugerencias. La cuidadosa y sistemática explicación de los movimientos, seguida por la realización de los mismos por los practicantes, durante las 5 horas diarias de práctica, dejó también espacios para el humor y la distensión. Así es que a un movimiento incorrecto del brazo, lo llamó “la cuchara que recoge helado”. Esa sencilla y dinámica señora, con aspecto de profesora de educación física y championes con colores fluo, supo, desde ese lugar mostrar su maestría técnica, y marcar claramente las reglas de seriedad y respeto que caracterizan la práctica del Tai Chi.
Junto a la sencillez también experimentamos la familiaridad, porque la Maestra Fang Hong, contó con la ayuda de un pequeño-gran colaborador: su hijo de cerca de 10 años, quién desde el comienzo, mostró su conocimiento de la forma, siguiendo la clase desde un extremo del gimnasio, y luego, pidió para ayudar desde la tarima, donde siguió y mostró cada movimiento, sirvió de partner en la demostración de aplicaciones, y en los descansos aprovechó para sentarse pegado a su cariñosa mamá.
El gran acto de cierre del seminario de San Pablo, para decirlo de alguna forma, estuvo en el seminario de Tui Shou impartido por Yang Jun el lunes 20, en la sede de la SBTCC de la calle José Ma. Lisboa. El maestro comenzó nuevamente su lección con una pequeña charla sobre conceptos, los que fue presentando a partir de preguntas a los participantes sobre los fundamentos. El principio de Ying y Yang presente en cada movimiento , su carácter relativo, el cambio continuo y la presencia de uno en otro, su mutación; el equilibrio como principio básico y como lograrlo; el abandono del yo para conocer al compañero de práctica; la acumulación de energía al ceder y su liberación en el movimiento; en fin, la ubicación e importancia del Tui Shou en la práctica del estilo y muchas otras cosas; fueron explicados en términos fáciles y directos de una forma tal, que parecían sencillos.
El seminario tuvo un alto nivel, los ejercicios propuestos no fueron sencillos, exigieron a fondo y a la vez enseñaron, no sólo en cuanto a los movimientos que se pudieron aprender, sino por las líneas de trabajo que se dejaron ver. El maestro no ahorró conocimientos: técnicas, movimientos y posturas, fueron mostrados, explicados y ensayados. Lo que al mismo tiempo nos permitió entender porqué Yang Jun fue elegido por su abuelo Yang Zheng Duo como sucesor de la 5ta. Generación de la familia Yang.
La profesora Angela Soci acompañaba al maestro en la demostración de los ejercicios, a la vez que traducía sus explicaciones, su naturalidad, flexibilidad y permanente sonrisa eran demostrativos de su altísimo nivel técnico, y de una personalidad que se podría afirmar, es una de las características de la escuela. Por lo que su próxima visita a nuestro país junto al profesor Roque Severino, constituirá un evento de un nivel hasta ahora no logrado en Uruguay en lo relativo a la práctica del Tai Chi Chuan.
El Seminario de San Pablo forma parte de las posibilidades de participación en instancias de formación a nivel internacional, incluidas en las múltiples actividades de difusión del estilo de la Familia Yang. Estos cursos, sumados al cuidado por la formación, actualización y certificación de los instructores, a las estrictas reglas para el otorgamiento de la acreditación de niveles de conocimiento, al trabajo constante de sistematización, documentación, investigación y desarrollo del conocimiento y su transmisión, otorgan a nuestra escuela un nivel técnico y de confiabilidad, que sin duda la destacan, en el ámbito de la práctica del Tai Chi Chuan.
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